"El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz;
sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz
resplandecío.”
Nosotros formamos parte de ese pueblo bendito sobre el que ha
brillado. En virtud de nuestro Bautismo, nosotros,
que una vez estuvimos en las sombras del pecado original, hemos
renacido a la gran luz que es la gracia de Dios en nosotros. Somos miembros queridos de la familia de Dios. ¡Estoy tan feliz de que ustedes son parte de esa familia aquí en San Francisco de Asís!
¡Qué privilegio! Sin embargo, este privilegio conlleva la
responsabilidad de vivir realmente para Dios y de llevar Su Buena Nueva a todos aquellos con los que nos encontramos - en el trabajo, en la escuela, en nuestra comunidad y en nuestra propia casa - en otras palabras, vivir como Sus buenos amigos.
Y hay una cierta urgencia que viene con la llamada a la amistad con Jesús como vemos en nuestro pasaje del Evangelio de San Mateo. Jesús dice: "Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los Cielos.” En otras palabras, aléjense del egoísmo, vuélvese hacia
Dios y vivan como su amigo ahora, ¡no esperen!
En este mismo pasaje, los primeros discípulos nos dan ejemplos del "sí" inmediato de un buen amigo cuando el Señor les llama. Nuestro Señor les invita: "Sígname y los haré pescadores de hombres". No dudaron, sino que "inmediatamente dejaron las redes y lo
siguieron.” Pusieron al Señor y su voluntad en primer lugar.
Esta es la esencia de la amistad con Jesús: estar siempre preparados para las formas en que Él nos llama a llevar Su luz a los demás. Es más que algo que hacemos - es lo que somos.
P. Mark Zacker
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