
El término Tradición no se refiere a costumbres o prácticas transitorias que pueden cambiar, según las
circunstancias, como estilos de vestimenta sacerdotal, formas de devoción a los santos o incluso rúbricas litúrgicas. La tradición sagrada o apostólica consiste en las enseñanzas que los apóstoles
transmitieron oralmente a través de su predicación, y la Iglesia las ha custodiado con especial cuidado y veneración.
San Pablo ilustró lo que es la tradición: “Porque lo que recibí, os lo transmití como de primera importancia: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras” (1 Cor. 15, 3). El apóstol elogia a quienes eran fieles a la Tradición: “Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las tradiciones tal como os las entregué” (1 Cor. 11, 2). Pablo está hablando de las enseñanzas que había recibido oralmente quizás de los mismos apóstoles, y que les había transmitido a través de su predicación.
Los primeros cristianos “asistían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles” (Hechos 2, 42) mucho antes de que existiera el Nuevo Testamento. Desde el principio, la plenitud de la enseñanza cristiana se encontraba en la vida de la Iglesia, no en un libro. Los primeros siglos, la enseñanza de la Iglesia se basó especialmente en las enseñanzas orales de los apóstoles. El mismo Pablo da una cita de Jesús que le fue entregada oralmente: “Recuerda las palabras del Señor Jesús, cuando él mismo dijo: 'Es mejor dar que recibir'” (Hechos 20, 35).
Con afecto fraternal,
Fr. Homero C.
Párroco
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