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Sal De La Tierra



Las lecturas bíblicas de hoy nos dan en parte ánimos y en parte órdenes de marcha. Ofrecen una guía maravillosamente clara sobre lo que más le importa a Dios en la forma en que priorizamos nuestras vidas y la manera en que Él quiere que utilicemos los dones que nos ha dado.

La primera lectura, del profeta Isaías, nos da instrucciones muy directas: "Esto dice el Señor: Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo; viste al desnudo, y no des la espalda a tu propio hermano.” El Señor no deja lugar a dudas: la atención a nuestros hermanos y hermanas necesitados es un "deber" para los discípulos cristianos.

Pero fíjate en lo generoso que es Dios con nosotros cuando hacemos estas cosas. "Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas.” Cuanto más nos entreguemos, más nos encontraremos, y "brillará la luz" para nosotros en forma de más gracia de Dios en nuestras vidas y más alegría y paz en nuestros corazones.

Nuestro pasaje evangélico, de San Mateo, nos pone en camino con una

explosión cuando Jesús nos declara a nosotros, sus discípulos, que somos la "sal de la tierra" y la "luz del mundo". Pero, añade, la sal ya no da sabor si se deja que se vuelva insípida; la luz no puede aportar su bendito brillo si se deja oculta. Por tanto, ¡debemos actuar! Debemos vivir nuestras vidas de modo que los demás vean las cosas que hacemos -las formas en que servimos a los demás, cuidamos de los vulnerables, damos prioridad a

nuestras relaciones familiares y, sobre todo, a nuestro amor a Dios- y entonces le demos gloria.

Esta es nuestra forma de vida. ¡Démoslo todo!

Esta semana comenzamos nuestra Campaña Diocesana Anual. Mientras ven el video, por favor consideren su generosa donación. Si ya ha hecho su donativo, ¡muchas gracias! ¡Nuestra meta parroquial es de 190,000 dólares! Si tomamos en serio nuestras lecturas bíblicas de hoy, ¡estoy seguro

P. Mark Zacker

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